En la falda de la impresionante Peña Montañesa se
cobija desde el siglo VI el Real Monasterio de San Victorian, uno de los
monumentos más relevantes de la historia de Aragón.
Considerado por algunos expertos como el Monasterio más
antiguo de España, ya que su origen lo sitúan en la época visigoda; fue panteón
de reyes, centro cultural, político, económico y espiritual de un amplio
territorio y durante siglos recibió el apoyo de reyes y papas.
Según cuenta la leyenda, San Victorián nació en Italia
en el año 480. Huyendo de las tentaciones terrrenales llegó a los Pirineos.
Tras una vida de eremita en la Cueva de la Espelunga y realizando grandes
prodigios, fue nombrado abad del monasterio que en un principio se llamaba San
Martín de Asán. Tiempo después, en el siglo XI el monasterio tomó su nombre
pasándose a llamar de San Victorian o San Beturián.
Fue reconstruído por Ramiro I de Aragón y fue en el
Monasterio de San Victorián donde se reunieron Ramiro el Monje y Ramón de
Berenguer IV para decidir los esponsales entre este último y doña Petronila,
unión que posteriormente daría como fruto la formación de la Corona de Aragón.
Tras siglos de decadencia, en el siglo XVIII consigue el apoyo de Felipe V y su esposa, Isabel de
Franesio, para reedificar la iglesia que se ornamentó con la sillería del coro
e imponentes retablos barrocos.
Con la desamorización de Mendizabal en
1836 el monasterio pierde sus tierras, bienes y posesiones y los monjes
abandonan el cenobio, que pasa a manos del Obispado y el Ayuntamiento. Una
familia seguirá viviendo en las antiguas dependencias hasta hace escasos años.
Tras los desastres de la Guerra Civil y
el abandono de los años siguientes, en 1950 se le arrebata sus retablos y otras
piezas artísticas ( los bienes de más valor fueron trasladados a la catedral y
palacio episcopal de Barbastro, destacando una mitra (s. XII), el retablo mayor
(s. XVII), tablas y lienzos pintados al óleo (s. XVI), las piezas del
mobiliario menor se repartieron entre las iglesias de lugares cercanos; se
desmonta su cubierta y la ruina se adueña del monasterio.
En 2002 es declarado Bien de Interés
Cultural y comienza una lenta restauración. En la actualidad podemos visitar la
Iglesia Barroca, y algunas dependencias anexas.
Los trabajos de consolidación del Claustro,
el palacio Abacial, la Hospedería, la Abadía y demás dependencias devolverán a
este emblemático lugar el esplendor perdido.
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